El mayor edificio del conjunto es Bet Medhane Alem, reproducción de la catedral de Santa María de Sión de Aksum, que fue destruida en el siglo XVI por los ejércitos musulmanes. Su altura de 11,5 metros es posible gracias a las 36 columnas talladas en la roca del interior del templo, y otros 36 pilares que lo rodean. Alberga la Cruz de Lalibela y sus ochocientos metros cuadrados la convierten en uno de los mayores templos monolíticos del mundo.
La más célebre de las iglesias de Lalibela es Bet Giyorgis, construida tras la muerte de Gebra Maskal Lalibela en honor a San Jorge. El templo, de planta de cruz griega y quince metros de altura, se eleva exento aunque rodeado de la inmensa mole basáltica de la fue extraído. Los muros son más estrechos en la parte superior que en su base, y la ornamentación de la iglesia se reduce a nueve hornacinas en el sector más bajo y doce ventanas en el sector superior de su fachada, además de los relieves en forma de cruz griega de la cubierta.
Por su parte, Bet Gabriel-Rufa’el tiene una planta irregular con tres vestíbulos y dos patios, y su decoración interior es escasa. Su función original parece haber sido la de residencia real. Se cree que la vecina iglesia de Bet Emmanuel, con sus más de doce metros de altura y su construcción mixta en piedra y madera característica de los templos axumitas, fue en su día la capilla real.
Hoy en día Lalibela es una ciudad monástica, un polo de peregrinación para los cristianos ortodoxos africanos, que llega a concentrar en Navidad, Epifanía y Pascua hasta 50.000 personas. Los ritos no han variado mucho en los últimos 800 años, y los nichos tallados en la roca sirven aún hoy de refugio a ermitaños. El conjunto de edificaciones hipogeas vinculadas a la vida monástica en el entorno de los templos es muy extenso.
Su situación en un paraje remoto protegió los templos de las numerosas incursiones musulmanas durante los siglos posteriores a su construcción. Francisco Alvares, religioso portugués del siglo XVI, escribió en su diario tras visitar Lalibela: “No quiero escribir más acerca de estas obras, porque temo que si escribo más, nadie me va a creer, y lo que escribí dará ya a más de uno motivo para llamarme mentiroso”. Era el primer europeo que veía los templos rupestres de Etiopía.
BLC
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